Nos mostraron una de las salitas, les leyeron un cuento, nos mostraron la biblioteca y nos llevaron a dar una vuelta en el bus escolar amarillo. Pablo causo una gran impresión, y por 'gran' no se si necesariamente buena. Mientras todos los chicos escuchaban atentamente, el levantaba la mano, interrumpía a la maestra y hacia comentarios sobre todo lo que se decía.
Creo realmente, que batimos un record: la maestra le pidió a Pablo que se callara unos 30 segundos después de comenzar a hablarle a los chicos.
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